Mosaico Nº 5 con cuadrados entrelazados y cuadrilóbulos de peltas (Almedinilla)
Lugar/Procedencia: Villa de Almedinilla (El Ruedo) Contexto Cultural: Cultura Romana
Conservado: Si Decoración: Geométrica
Posición: Pavimento
Lugar: Habitación Colores: Indeterminado.
Dimensión mosaico: dimensiones máximas del mosaico son 520 cm. de longitud y 320 cm. de ancho. La longitud está casi completa, faltando el límite de la orla de roleos.
Descripción: A base de cuadrados entrelazados y cuadrilóbulos de peltas.
Materia/Soporte: Teselas.
Iconografía: Este pavimento, situado en la estancia XIX, se encontró en muy mal estado presentando grandes lagunas provocadas en parte por la realización de labores agrícolas. A pesar de ello, los fragmentos recuperados permiten reconstruir el esquema compositivo casi en su totalidad. En este caso el mosaico no adopta forma cuadrada sino rectangular. Los lados menores se decoran con una banda de roleos monocromos (lám. XIII) mientras que los lados mayores se presentan sin orla. La composición está presidida por un cuadrado de grandes dimensiones formado por un doble marco: el exterior constituido por una banda de dientes de sierra dentellados en oposición de colores y el interior por una trenza de dos cabos continua y polícroma. En el interior se diseñan dos cuadrados entrelazados, que generan un octógono interior y ocho triángulos adosados al exterior. El trazo se realiza mediante dos trenzas de dos cabos polícromas, una para cada cuadrado. Se han recuperado restos de algunos de los triángulos, cuyo interior se decoró mediante triángulos superpuestos polícromos. Por su parte, el octógono central está casi perdido. Dentro de él sólo se conservan escasos restos de una banda circular de guiloches ancho con centro recto y polícromo (lám. XII), que a su vez albergaba en su interior un motivo desconocido del que no se ha conservado rastro alguno. El espacio comprendido entre los vértices del cuadrado mayor y la estrella central se completa diseñando una hoja con volutas, limitada por una trenza doble que conecta con la del marco exterior. El resto de la decoración se completa mediante una franja situada al sur del cuadrado, con una composición a base de cuadrilóbulos de peltas (lám. IX). De ellos no se conserva ningunocompleto aunque existen fragmentos suficientes para reconstruir el esquema. El cuadrilóbulo se sitúa alrededor de un cuadrado recto diseñado a base de una línea dentellada con dentículos de dos por tres teselas, en su interior, un filete simple circunscribe una esvástica polícroma con diagonales interiores. Adosadas a los lados del cuadrado aparecen cuatro peltas con dos pétalos dobles triangulares en su interior. En los ángulos aparecen cuatro husos tangentes polícromos, y entre los cuadrilóbulos, dos flores cruciformes, en aspa, polícromas (Balmelle et al., 1985: 228-230). En el límite de esta franja con el lateral este se conservan dos cuadrados negros en cuyo interior portan otro cuadrado tangente -esta vez en blanco- con una cruz inscrita de teselas negras con centro blanco. A pesar de que, como hemos dicho, el sector de los cuadrilóbulos está altamente alterado, es posible recomponer gran parte de la composición. Sabemos con seguridad que en total fueron dos cuadrilóbulos completos los que se diseñaron. El espacio entre ellos, excesivamente amplio, posiblemente estuvo ocupado por un círculo decorado, como es común en casos similares como los procedentes de Balazote (CORPUS VIII, nº 32, 42-44, fig. 9), Ostia (Becatti, 1961: 400, 210) o Bulla Regia (Hanoune, 1980: 13, figs. 47-48). Respecto a los colores, para las peltas se utilizó un trazo negro relleno en amarillo; por su parte las flores en aspa y los husos se colorean ambos en rojo y marrón, mientras que las trenzas de los cuadrados aparecen en negro, morado, rojo, blanco, verde y ocre. El guiloche central presenta rojo, marrón y amarillo; las flores de los vértices rojo y gris y los triángulos inscritos en torno al octógono central rojo, marrón y gris. El cuadrado con doble marco mide 335 cm. en la banda de dientes de sierra, y 290 cm. en la de trenzado. Los cuadrados tangentes alcanzan 190 cm. en el único lado conservado completo. Por su parte los cuadrados comprendidos por los cuadrilóbulos miden 70 cm. de lado -también con un único lado conservado en su totalidad- y las peltas circundantes 32 cm. de radio. Finalmente, los husos y las flores cruciformes alcanzan una longitud de 40 y 15 cm. respectivamente. El canevás central de cuadrados superpuestos puede aparecer como elemento aislado y centrando la composición, como en el caso que nos ocupa, o formando parte de composiciones más o menos complejas y continuas. En composición continua lo encontramos por ejemplo en la villa del Camino Viejo de las Sepulturas (Balazote, Alicante) (CORPUS VIII, nº 31, 40-42, fig. 8), en un pavimento del s. IV donde el campo se ha cubierto de estrellas de este tipo mediante un doble cuadriculado oblicuo. Un pavimento de Aquitania (Recueil, IV-1, 140, 145 ss., lám. LXXX) muestra otra variante, en este caso de la primera mitad del s. IV, en la que el motivo también cubre todo el campo con estrellas enfrentadas por las puntas. Otra posibilidad es que aparezcan varias estrellas de cuadrados tangentes, pero ni en composición continua ni ocupando todo el campo, sino como elementos complementarios. Este es el caso de los mosaicos de Rielves, Toledo (CORPUS V, 61 ss., fig. 39), fechado en el s. IV, Champuert (Recueil, II-2, nº 326, 122-123, láms. LXVII-LXVIII), de la primera mitad del s. III d.C. y Piazza Armerina (Carandini, 1982: 164-165, lám. XX-47) de época de Constantino. Como elemento principal y eje central de la composición se constata en mayor cantidad de casos. En Hispania se ha documentado en Itálica (CORPUS II, nº 3, 27-28, láms. 11-13), en un pavimento fechado en la segunda mitad del s. II o inicios del III; en el mosaico de Ibarra (CORPUS II, nº 5, 29-30, 15-16), de la misma cronología que el anterior, en dos pavimentos de la Casa del Anfiteatro de Mérida (CORPUS I, nº 31, 42, lám. 56B-63A; nº 38, 43-44, lám. 70-71) fechados en el s. III; en dos pavimentos de Cuevas de Soria (CORPUS VI, nº 55, 64-65, fig. 6 y nº 60, 69-70, fig. 9) de finales del s. IV; en el mosaico de Diana Cazadora de Comunión (CORPUS V, nº 2, 13-16, lám. 41) fechado en el s. IV; en Tarazona de la Mancha (CORPUS VIII, nº 40, 55-56, lám. 40) con una ménade al interior y de nuevo del s. IV; en la villa de Baños de Valdearados (Argente, 1979: 59 ss.), posiblemente también con una figura femenina en el centro, datado en el s. V, y en Vilches (Blázquez et al., 1987: 257-279), del s. V avanzado. Las estrellas de cuadrados superpuestos son particularmente frecuentes en Britania. Las encontramos en el mosaico de Venus de Gloucestershire (Johnson, 1982: 46, lám. 35) del s. IV, en Sherbome (Johnson, 1982: 55, lám. 44) con la misma cronología que el anterior, y en Woodchester (Johnson, 1982: 37, lám. 27). En Utica se ha documentado en un pavimento de la segunda mitad del s. II en el que el esquema se ha completado mediante estrellas incompletas de seis losanges (Alexander y Ennaïfer, 1974: nº 185, 30-31), y en la casa del gran oecus (Alexander y Ennaïfer, 1974: nº 157, 11-12, lám. VII), en este caso de principio del s. II. En Thuburbo Majus lo encontramos en varios pavimentos, cuatro de ellos de la primera mitad del s. III (Alexander, 1980: 17-18, láms. VI-VII; 59-60, lám. XXIV; 67-68, lám. XXVII; 122, lám. XLVI) y uno más de la primera mitad del IV (Ben Abed, 1985: 9-13, lám. II). También se difunde este esquema en la Galia, de donde proceden dos mosaicos, concretamente de Lyon (Recueil, II-l, nº 42, 41, lám. XXI y nº 87, 75, lám. LVIII), uno de época severiana y otro del segundo o tercer cuarto del s. III en los que el motivo aparece de nuevo asociado a estrellas incompletas de ocho losanges. Lo encontramos además en Aquilea (Blake, 1936: lám. XXXI), en un mosaico de la primera mitad del s. III, y en Colonia (Parlasca, 1959: 78 ss., lám. LXVI) y Tréveris (Parlasca, 1959: 33, lám. XXXIV), fechados ambos en torno al 220. De Tréveris procede otro más, fechado esta vez a mediados del s. III (Hellenkemper, 1984: 340-342, fig. 5). El tema de los guiloches, representado en este caso en el interior de los cuadrados enlazados, experimenta un fuerte incremento en la segunda mitad del s. II e inicios del s. III, cronología a la que corresponden varios mosaicos de Itálica (CORPUS II, nº 6, 30, lám. 17; nº 3, 27, 11-12), Marbella (Rodríguez, 1988: 160-166), Bruñel (CORPUS III, nº 48, 65, 55b) y Villacarrillo (CORPUS III, nº 52, 72, lám. 70). Por su parte los de Alcázar de San Juan (CORPUS V, nº 19, 27, lám. 12 y 44), Jumilla (CORPUS IV, nº 56, 64, lám. 22; nº 85, 78, lám. 25) y Clunia (Fernández, 1980: fig. 4) se fechan ya a fines del s. III o comienzos del IV. En lo que se refiere a los cuadrilóbulos de pellas, constituyen un canevás muy común en los mosaicos hispanos. Se ha documentado en Itálica (CORPUS I, nº 11, 36, lám. 30) en un pavimento de fines del s. II, utilizado como motivo aislado; en el Cortijo del Alcaide (CORPUS III, nº 27 A, 48), de Córdoba como el caso que nos ocupa; en la villa de los Torrejones de Yecla (Ramallo, 1985: nº 118, 149-151, fig. 30, láms. LXXIV-LXXVII y CORPUS IV, nº 68, 68 ss., lám. 26) de la primera mitad del s. IV, en el que los cuadrilóbulos se unen unos a otros mediante peltas; en Mérida (CORPUS I, nº 14, 33-34, lám. 24b-25) del s. IV; en Vejer, Cádiz (CORPUS IV, nº 50, 53-56, lám. 41), con hojas fusiformes en los vértices de los cuadrados formando cuadripétalas y de la misma cronología que el anterior; en los Cipreses, Jumilla (CORPUS IV, nº 79, 73, láms. 31-33), de mediados del s. IV y de nuevo con fusiformes en los vértices, al igual que el procedente de la villa romana del Camino Viejo de las Sepulturas, Balazote (CORPUS VIII, nº 32, 42-44, lám. 13 y 28), en el que también aparecen las ruedas de peltas y cuya ejecución se data en el s. IV. De esta villa precedía otro testimonio, ya perdido, en el que se repetía el mismo motivo y que ofrecía la misma datación. De Córdoba procede otro caso, el mosaico de las cuatro estaciones (CORPUS III, nº 19, 36-38, láms. 22-23), de nuevo con husos en los extremos y fechado en la segunda mitad del s. IV. Un último mosaico sería el procedente de Elche (Palol, 1967: 201 ss.) de la segunda mitad del s. IV al igual que el anterior. En el Norte de África se repite en el mosaico del Asinus Nica de Djemila (Blanchard, 1970: 97 ss., láms. XXIII-XXVI) de comienzos del s. V. En Bulla Regia encontramos tres pavimentos (Hanoune, 1980: 13, figs. 47-48; 56-57, láms. 417-418; 38-39, láms. 73-76), dos de ellos con husos y el tercero con un único cuadrilóbulo en el centro de la composición, fechado en el s. IV. En Ostia se conserva en dos mosaicos. En uno de ellos, fechado entre finales del s. III o inicios del IV, se emplea como elemento complementario (Becatti, 1961: nº 421, 223, lám. LXIII), y en el otro, de la segunda mitad del s. III (Becatti, 1961: nº 400, 210, lám. XLIII), como motivo continuo, en blanco y negro y con círculos dentados en los espacios intermedios. De Cerdeña proceden dos testimonios más (Angiolillo, 1981: 138-139, lám. XX y 155, lám. XII y XLIV), uno de finales del s. II o inicios del III, y el otro de mediados del III. La decoración a base de cuadrilóbulos de peltas es muy abundante en pavimentos de los siglos III y IV, perviviendo incluso en época medieval al menos como elemento decorativo, como demuestra su presencia en el códice De institutione arithmetica de Boecio (Becatti, 1961: 210). Su difusión se centra preferencialmente en el norte de África, zona geográficamente cercana a la que aquí nos ocupa. Los ejemplos africanos se caracterizan porque, al igual que el de Almedinilla, suelen presentar husos tangentes en los vértices. Finalmente, y para concluir el estudio de este mosaico, sólo hacer alusión al tema de la esvástica. Este, muy usado como complemento en el s. III, constituye un motivo decorativo de sobra conocido desde antiguo, de amplia difusión geográfica y que posiblemente pasa a los mosaicos a través de la cerámica (Ovadiah, 1980: 149). Debido a su prolongada aplicación en la musivaria y a su carácter complementario, sólo cabe citar algunos ejemplos a modo ilustrativo. En la Galia la encontramos en Orange (Recueil, III-1, nº 45, 60 ss., lám. 13) de mediados del s. I, en Cavaillon (Recueil, III-1, 75, 77-78, lám. XXIII), Saint-Paul-Trois-Chateaux (Recueil, III-l, nº 111, 105 ss., láms. XL-XLI) y Apt (Recueil, III-l, nº 199, 145 ss., láms. LIV-LVI) de 130-150 d.C. los tres y en Auriébat (Recueil, IV-1, nº 102, 105 ss., láms. XLIV-XLVI) del s. IV o algo posterior, generalmente inscrita en cuadrados tangentes. En Ostia aparece en un pavimento con husos tangentes en el edificio de los augustales (Becatti, 1961: nº 420, 222-223, lám. XLII) de finales del s. III o inicios del IV. Como elemento central e inscrita en un cuadrado lo encontramos en otro pavimento ostiense, este de mediados del s. II (Becatti, 1961: nº 18, 17-18, lám. XIX). En la dormís de los Dioscuros (Becatti, 1961: nº 218, 123, lám. XLVII) se representa en el interior de una rueda de peltas, ocupando el lugar del nudo de Salomón, fechado en la segunda mitad del s. IV. Por último, en otro pavimento del edificio de los augustales (Becatti, 1961: nº 421, 223, lám. LXIII) fechado también a finales del s. III o inicios del s. IV. En el norte de África el modelo es más similar al empleado en El Ruedo, documentándose habitualmente en policromía y con diagonales en el interior de los brazos de la esvástica. A este tipo corresponden los mosaicos de la casa de Catón de Utica (Alexander y Ennaïfer, 1974: nº 201 A, 46-47, láms. XXXI-XXXII), probablemente de finales del s. III, de Tipasa (Duval, 1975: lám. XXXI2) de la segunda mitad del s. IV o de la primera mitad del V, y de la basílica de Grado (Mirabella, 1975: lám. LXVII). Su aparición también en Piazza Armerina (Carandini, 1982: 164-165, lám. XX-47) en época de Constantino, sirve de ejemplo para demostrar la difusión de esta variante también fuera del área africana (Hidalgo, 1991: 337-341).Epigrafía: No.
Cronología: El uso de los cuadrados superpuestos se generaliza a partir del s. I, aunque es durante los siglos II y III cuando alcanza un auge considerable (CORPUS V, nº 72), perviviendo hasta época tardía.Clasificación Iconclass: 48A981 ornament ~ geometric motifs 49D342(SQUARE) regular quadrilateral: square
Tesauro AAT: Antiguo tardío. IDENTIFICADOR EN GETTY: 300020666 TIPO DE ELEMENTO: Concepto CÓDIGO JERÁRQUICO: -- Estilos y Periodos (F.FL) Forma geométrica. IDENTIFICADOR EN GETTY: 300263819 TIPO DE ELEMENTO: Término Guía CÓDIGO JERÁRQUICO: -- Atributos y Propiedades (D.DC)
Tesauro TAA: Antiguo tardío. IDENTIFICADOR EN TAA: 6384 Forma geométrica. IDENTIFICADOR EN TAA: 8597
Observaciones: Las medidas totales de algunos de los motivos se han perdido, aunque en casi todos los casos se pueden restablecer.
Tema: Geometría
Iconos:
ángulo aspa banda banda circular
canevás cruz cruz inscrita cuadrado
cuadrado superpuesto cuadrado tangente cuadrilóbulo dentellado
dentículo diagonal diente de sierra doble marco
entrelazado estrella estrella central esvástica
filete flor flor cruciforme guiloche
hoja huso tangente línea dentellada / dentada marco
octógono octógono central orla pelta
pétalo pétalo doble rectángulo roleo
trenza trenza de dos cabos triángulo triángulo superpuesto
voluta
Bibliografía:
Hidalgo Prieto, R. (1991) “Mosaicos con decoración geométrica y vegetal de la Villa romana de El Ruedo (Almedinilla, Córdoba)”, AAC2, pp. 337-341.
Lugar/Procedencia: Villa de Almedinilla (El Ruedo)
Contexto Cultural: Cultura Romana
Conservado: Si
Conservado: Si
Decoración: Geométrica
Posición: Pavimento
Lugar: Habitación
Posición: Pavimento
Lugar: Habitación
Colores: Indeterminado.
Dimensión mosaico: dimensiones máximas del mosaico son 520 cm. de longitud y 320 cm. de ancho.
Dimensión mosaico: dimensiones máximas del mosaico son 520 cm. de longitud y 320 cm. de ancho.
La longitud está casi completa, faltando el límite de la orla de roleos.
Descripción: A base de cuadrados entrelazados y cuadrilóbulos de peltas.
Materia/Soporte: Teselas.
Iconografía: Este pavimento, situado en la estancia XIX, se encontró en muy mal estado presentando grandes lagunas provocadas en parte por la realización de labores agrícolas. A pesar de ello, los fragmentos recuperados permiten reconstruir el esquema compositivo casi en su totalidad. En este caso el mosaico no adopta forma cuadrada sino rectangular. Los lados menores se decoran con una banda de roleos monocromos (lám. XIII) mientras que los lados mayores se presentan sin orla. La composición está presidida por un cuadrado de grandes dimensiones formado por un doble marco: el exterior constituido por una banda de dientes de sierra dentellados en oposición de colores y el interior por una trenza de dos cabos continua y polícroma. En el interior se diseñan dos cuadrados entrelazados, que generan un octógono interior y ocho triángulos adosados al exterior.
Descripción: A base de cuadrados entrelazados y cuadrilóbulos de peltas.
Materia/Soporte: Teselas.
Iconografía: Este pavimento, situado en la estancia XIX, se encontró en muy mal estado presentando grandes lagunas provocadas en parte por la realización de labores agrícolas. A pesar de ello, los fragmentos recuperados permiten reconstruir el esquema compositivo casi en su totalidad. En este caso el mosaico no adopta forma cuadrada sino rectangular. Los lados menores se decoran con una banda de roleos monocromos (lám. XIII) mientras que los lados mayores se presentan sin orla. La composición está presidida por un cuadrado de grandes dimensiones formado por un doble marco: el exterior constituido por una banda de dientes de sierra dentellados en oposición de colores y el interior por una trenza de dos cabos continua y polícroma. En el interior se diseñan dos cuadrados entrelazados, que generan un octógono interior y ocho triángulos adosados al exterior.
El trazo se realiza mediante dos trenzas de dos cabos polícromas, una para cada cuadrado. Se han recuperado restos de algunos de los triángulos, cuyo interior se decoró mediante triángulos superpuestos polícromos.
Por su parte, el octógono central está casi perdido. Dentro de él sólo se conservan escasos restos de una banda circular de guiloches ancho con centro recto y polícromo (lám. XII), que a su vez albergaba en su interior un motivo desconocido del que no se ha conservado rastro alguno. El espacio comprendido entre los vértices del cuadrado mayor y la estrella central se completa diseñando una hoja con volutas, limitada por una trenza doble que conecta con la del marco exterior. El resto de la decoración se completa mediante una franja situada al sur del cuadrado, con una composición a base de cuadrilóbulos de peltas (lám. IX). De ellos no se conserva ninguno
completo aunque existen fragmentos suficientes para reconstruir el esquema. El cuadrilóbulo se sitúa alrededor de un cuadrado recto diseñado a base de una línea dentellada con dentículos de dos por tres teselas, en su interior, un filete simple circunscribe una esvástica polícroma con diagonales interiores. Adosadas a los lados del cuadrado aparecen cuatro peltas con dos pétalos dobles triangulares en su interior. En los ángulos aparecen cuatro husos tangentes polícromos, y entre los cuadrilóbulos, dos flores cruciformes, en aspa, polícromas (Balmelle et al., 1985: 228-230). En el límite de esta franja con el lateral este se conservan dos cuadrados negros en cuyo interior portan otro cuadrado tangente -esta vez en blanco- con una cruz inscrita de teselas negras con centro blanco.
A pesar de que, como hemos dicho, el sector de los cuadrilóbulos está altamente alterado, es posible recomponer gran parte de la composición. Sabemos con seguridad que en total fueron dos cuadrilóbulos completos los que se diseñaron. El espacio entre ellos, excesivamente amplio, posiblemente estuvo ocupado por un círculo decorado, como es común en casos similares como los procedentes de Balazote (CORPUS VIII, nº 32, 42-44, fig. 9), Ostia (Becatti, 1961: 400, 210) o Bulla Regia (Hanoune, 1980: 13, figs. 47-48). Respecto a los colores, para las peltas se utilizó un trazo negro relleno en amarillo; por su parte las flores en aspa y los husos se colorean ambos en rojo y marrón, mientras que las trenzas de los cuadrados aparecen en negro, morado, rojo, blanco, verde y ocre.
El guiloche central presenta rojo, marrón y amarillo; las flores de los vértices rojo y gris y los triángulos inscritos en torno al octógono central rojo, marrón y gris. El cuadrado con doble marco mide 335 cm. en la banda de dientes de sierra, y 290 cm. en la de trenzado. Los cuadrados tangentes alcanzan 190 cm. en el único lado conservado completo. Por su parte los cuadrados comprendidos por los cuadrilóbulos miden 70 cm. de lado
-también con un único lado conservado en su totalidad- y las peltas circundantes 32 cm. de radio. Finalmente, los husos y las flores cruciformes alcanzan una longitud de 40 y 15 cm. respectivamente. El canevás central de cuadrados superpuestos puede aparecer como elemento aislado y centrando la composición, como en el caso que nos ocupa, o formando parte de composiciones más o menos complejas y continuas. En composición continua lo encontramos por ejemplo en la villa del Camino Viejo de las Sepulturas (Balazote, Alicante) (CORPUS VIII, nº 31, 40-42, fig. 8), en un pavimento del s. IV donde el campo se ha cubierto de estrellas de este tipo mediante un doble cuadriculado oblicuo. Un pavimento de Aquitania (Recueil, IV-1, 140, 145 ss., lám. LXXX) muestra otra variante, en este caso de la primera mitad del s. IV, en la que el motivo también cubre todo el campo con estrellas enfrentadas por las puntas. Otra posibilidad es que aparezcan varias estrellas de cuadrados tangentes, pero ni en composición continua ni ocupando todo el campo, sino como elementos complementarios. Este es el caso de los mosaicos de Rielves, Toledo (CORPUS V, 61 ss., fig. 39), fechado en el s. IV, Champuert (Recueil, II-2, nº 326, 122-123, láms. LXVII-LXVIII), de la primera mitad del s. III d.C. y Piazza Armerina (Carandini, 1982: 164-165, lám. XX-47) de época de Constantino. Como elemento principal y eje central de la composición se constata en mayor cantidad de casos. En Hispania se ha documentado en Itálica (CORPUS II, nº 3, 27-28, láms. 11-13), en un pavimento fechado en la segunda mitad del s. II o inicios del III; en el mosaico de Ibarra (CORPUS II, nº 5, 29-30, 15-16), de la misma cronología que el anterior, en dos pavimentos de la Casa del Anfiteatro de Mérida (CORPUS I, nº 31, 42, lám. 56B-63A; nº 38, 43-44, lám. 70-71) fechados en el s. III; en dos pavimentos de Cuevas de Soria (CORPUS VI, nº 55, 64-65, fig. 6 y nº 60, 69-70, fig. 9) de finales del s. IV; en el mosaico de Diana Cazadora de Comunión (CORPUS V, nº 2, 13-16, lám. 41) fechado en el s. IV; en Tarazona de la Mancha (CORPUS VIII, nº 40, 55-56, lám. 40) con una ménade al interior y de nuevo del s. IV; en la villa de Baños de Valdearados (Argente, 1979: 59 ss.), posiblemente también con una figura femenina en el centro, datado en el s. V, y en Vilches (Blázquez et al., 1987: 257-279), del s. V avanzado. Las estrellas de cuadrados superpuestos son particularmente frecuentes en Britania. Las encontramos en el mosaico de Venus de Gloucestershire (Johnson, 1982: 46, lám. 35) del s. IV, en Sherbome (Johnson, 1982: 55, lám. 44) con la misma cronología que el anterior, y en Woodchester (Johnson, 1982: 37, lám. 27). En Utica se ha documentado en un pavimento de la segunda mitad del s. II en el que el esquema se ha completado mediante estrellas incompletas de seis losanges (Alexander y Ennaïfer, 1974: nº 185, 30-31), y en la casa del gran oecus (Alexander y Ennaïfer, 1974: nº 157, 11-12, lám. VII), en este caso de principio del s. II. En Thuburbo Majus lo encontramos en varios pavimentos, cuatro de ellos de la primera mitad del s. III (Alexander, 1980: 17-18, láms. VI-VII; 59-60, lám. XXIV; 67-68, lám. XXVII; 122, lám. XLVI) y uno más de la primera mitad del IV (Ben Abed, 1985: 9-13, lám. II). También se difunde este esquema en la Galia, de donde proceden dos mosaicos, concretamente de Lyon (Recueil, II-l, nº 42, 41, lám. XXI y nº 87, 75, lám. LVIII), uno de época severiana y otro del segundo o tercer cuarto del s. III en los que el motivo aparece de nuevo asociado a estrellas incompletas de ocho losanges. Lo encontramos además en Aquilea (Blake, 1936: lám. XXXI), en un mosaico de la primera mitad del s. III, y en Colonia (Parlasca, 1959: 78 ss., lám. LXVI) y Tréveris (Parlasca, 1959: 33, lám. XXXIV), fechados ambos en torno al 220. De Tréveris procede otro más, fechado esta vez a mediados del s. III (Hellenkemper, 1984: 340-342, fig. 5). El tema de los guiloches, representado en este caso en el interior de los cuadrados enlazados, experimenta un fuerte incremento en la segunda mitad del s. II e inicios del s. III, cronología a la que corresponden varios mosaicos de Itálica (CORPUS II, nº 6, 30, lám. 17; nº 3, 27, 11-12), Marbella (Rodríguez, 1988: 160-166), Bruñel (CORPUS III, nº 48, 65, 55b) y Villacarrillo (CORPUS III, nº 52, 72, lám. 70). Por su parte los de Alcázar de San Juan (CORPUS V, nº 19, 27, lám. 12 y 44), Jumilla (CORPUS IV, nº 56, 64, lám. 22; nº 85, 78, lám. 25) y Clunia (Fernández, 1980: fig. 4) se fechan ya a fines del s. III o comienzos del IV. En lo que se refiere a los cuadrilóbulos de pellas, constituyen un canevás muy común en los mosaicos hispanos. Se ha documentado en Itálica (CORPUS I, nº 11, 36, lám. 30) en un pavimento de fines del s. II, utilizado como motivo aislado; en el Cortijo del Alcaide (CORPUS III, nº 27 A, 48), de Córdoba como el caso que nos ocupa; en la villa de los Torrejones de Yecla (Ramallo, 1985: nº 118, 149-151, fig. 30, láms. LXXIV-LXXVII y CORPUS IV, nº 68, 68 ss., lám. 26) de la primera mitad del s. IV, en el que los cuadrilóbulos se unen unos a otros mediante peltas; en Mérida (CORPUS I, nº 14, 33-34, lám. 24b-25) del s. IV; en Vejer, Cádiz (CORPUS IV, nº 50, 53-56, lám. 41), con hojas fusiformes en los vértices de los cuadrados formando cuadripétalas y de la misma cronología que el anterior; en los Cipreses, Jumilla (CORPUS IV, nº 79, 73, láms. 31-33), de mediados del s. IV y de nuevo con fusiformes en los vértices, al igual que el procedente de la villa romana del Camino Viejo de las Sepulturas, Balazote (CORPUS VIII, nº 32, 42-44, lám. 13 y 28), en el que también aparecen las ruedas de peltas y cuya ejecución se data en el s. IV. De esta villa precedía otro testimonio, ya perdido, en el que se repetía el mismo motivo y que ofrecía la misma datación. De Córdoba procede otro caso, el mosaico de las cuatro estaciones (CORPUS III, nº 19, 36-38, láms. 22-23), de nuevo con husos en los extremos y fechado en la segunda mitad del s. IV. Un último mosaico sería el procedente de Elche (Palol, 1967: 201 ss.) de la segunda mitad del s. IV al igual que el anterior. En el Norte de África se repite en el mosaico del Asinus Nica de Djemila (Blanchard, 1970: 97 ss., láms. XXIII-XXVI) de comienzos del s. V. En Bulla Regia encontramos tres pavimentos (Hanoune, 1980: 13, figs. 47-48; 56-57, láms. 417-418; 38-39, láms. 73-76), dos de ellos con husos y el tercero con un único cuadrilóbulo en el centro de la composición, fechado en el s. IV. En Ostia se conserva en dos mosaicos.
En uno de ellos, fechado entre finales del s. III o inicios del IV, se emplea como elemento complementario (Becatti, 1961: nº 421, 223, lám. LXIII), y en el otro, de la segunda mitad del s. III (Becatti, 1961: nº 400, 210, lám. XLIII), como motivo continuo, en blanco y negro y con círculos dentados en los espacios intermedios. De Cerdeña proceden dos testimonios más (Angiolillo, 1981: 138-139, lám. XX y 155, lám. XII y XLIV), uno de finales del s. II o inicios del III, y el otro de mediados del III. La decoración a base de cuadrilóbulos de peltas es muy abundante en pavimentos de los siglos III y IV, perviviendo incluso en época medieval al menos como elemento decorativo, como demuestra su presencia en el códice De institutione arithmetica de Boecio (Becatti, 1961: 210). Su difusión se centra preferencialmente en el norte de África, zona geográficamente cercana a la que aquí nos ocupa. Los ejemplos africanos se caracterizan porque, al igual que el de Almedinilla, suelen presentar husos tangentes en los vértices. Finalmente, y para concluir el estudio de este mosaico, sólo hacer alusión al tema de la esvástica. Este, muy usado como complemento en el s. III, constituye un motivo decorativo de sobra conocido desde antiguo, de amplia difusión geográfica y que posiblemente pasa a los mosaicos a través de la cerámica (Ovadiah, 1980: 149). Debido a su prolongada aplicación en la musivaria y a su carácter complementario, sólo cabe citar algunos ejemplos a modo ilustrativo. En la Galia la encontramos en Orange (Recueil, III-1, nº 45, 60 ss., lám. 13) de mediados del s. I, en Cavaillon (Recueil, III-1, 75, 77-78, lám. XXIII), Saint-Paul-Trois-Chateaux (Recueil, III-l, nº 111, 105 ss., láms. XL-XLI) y Apt (Recueil, III-l, nº 199, 145 ss., láms. LIV-LVI) de 130-150 d.C. los tres y en Auriébat (Recueil, IV-1, nº 102, 105 ss., láms. XLIV-XLVI) del s. IV o algo posterior, generalmente inscrita en cuadrados tangentes. En Ostia aparece en un pavimento con husos tangentes en el edificio de los augustales (Becatti, 1961: nº 420, 222-223, lám. XLII) de finales del s. III o inicios del IV. Como elemento central e inscrita en un cuadrado lo encontramos en otro pavimento ostiense, este de mediados del s. II (Becatti, 1961: nº 18, 17-18, lám. XIX). En la dormís de los Dioscuros (Becatti, 1961: nº 218, 123, lám. XLVII) se representa en el interior
de una rueda de peltas, ocupando el lugar del nudo de Salomón, fechado en la segunda mitad del s. IV.
Por último, en otro pavimento del edificio de los augustales (Becatti, 1961: nº 421, 223, lám. LXIII) fechado también a finales del s. III o inicios del s. IV. En el norte de África el modelo es más similar al empleado en El Ruedo, documentándose habitualmente en policromía y con diagonales en el interior de los brazos de la esvástica. A este tipo corresponden los mosaicos de la casa de Catón de Utica (Alexander y Ennaïfer, 1974: nº 201 A, 46-47, láms. XXXI-XXXII), probablemente de finales del s. III, de Tipasa (Duval, 1975: lám. XXXI2) de la segunda mitad del s. IV o de la primera mitad del V, y de la basílica de Grado (Mirabella, 1975: lám. LXVII). Su aparición también en Piazza Armerina (Carandini, 1982: 164-165, lám. XX-47) en época de Constantino, sirve de ejemplo para demostrar la difusión de esta variante también fuera del área africana (Hidalgo, 1991: 337-341).
Epigrafía: No.
Cronología: El uso de los cuadrados superpuestos se generaliza a partir del s. I, aunque es durante los siglos II y III cuando alcanza un auge considerable (CORPUS V, nº 72), perviviendo hasta época tardía.
Cronología: El uso de los cuadrados superpuestos se generaliza a partir del s. I, aunque es durante los siglos II y III cuando alcanza un auge considerable (CORPUS V, nº 72), perviviendo hasta época tardía.
Clasificación Iconclass: 48A981 ornament ~ geometric motifs 49D342(SQUARE) regular quadrilateral: square
Tesauro AAT:
Tesauro AAT:
Antiguo tardío. IDENTIFICADOR EN GETTY: 300020666 TIPO DE ELEMENTO: Concepto CÓDIGO JERÁRQUICO:
-- Estilos y Periodos (F.FL)
Forma geométrica. IDENTIFICADOR EN GETTY: 300263819 TIPO DE ELEMENTO: Término Guía CÓDIGO JERÁRQUICO:
-- Atributos y Propiedades (D.DC)
Tesauro TAA:
Tesauro TAA:
Antiguo tardío. IDENTIFICADOR EN TAA: 6384
Forma geométrica. IDENTIFICADOR EN TAA: 8597
Observaciones: Las medidas totales de algunos de los motivos se han perdido, aunque en casi todos los casos se pueden restablecer.
Tema: Geometría
Iconos:
ángulo
Observaciones: Las medidas totales de algunos de los motivos se han perdido, aunque en casi todos los casos se pueden restablecer.
Tema: Geometría
Iconos:
ángulo
aspa
banda
banda circular
canevás
canevás
cruz
cruz inscrita
cuadrado
cuadrado superpuesto
cuadrado superpuesto
cuadrado tangente
cuadrilóbulo
dentellado
dentículo
dentículo
diagonal
diente de sierra
doble marco
entrelazado
entrelazado
estrella
estrella central
esvástica
filete
filete
flor
flor cruciforme
guiloche
hoja
hoja
huso tangente
línea dentellada / dentada marco
octógono
octógono
octógono central
orla
pelta
pétalo
pétalo
pétalo doble rectángulo
roleo
trenza
trenza
trenza de dos cabos
triángulo
triángulo superpuesto
voluta
voluta
Bibliografía:
Hidalgo Prieto, R. (1991) “Mosaicos con decoración geométrica y vegetal de la Villa romana de El Ruedo (Almedinilla, Córdoba)”, AAC2, pp. 337-341.